martes, 2 de julio de 2013

El condimento esencial.


                En la actualidad, la orientación laboral, la búsqueda activa de empleo se basa fundamentalmente en la explicación y aplicación de una serie de técnicas de comunicación. Estamos en una auténtica revolución de la búsqueda de empleo que se caracteriza por el traslado de técnicas empresariales al ámbito personal y en un medio totalmente nuevo y cambiante como es internet. 
                -Confección de un currículum, blog profesional, cartas de presentación.
                -Uso de los canales de comunicación: portales de empleo, correo electrónico, redes sociales.
                -Entrenamiento para superar entrevistas de selección, como realizar psicotécnicos, dinámicas de grupo.
                Todo un proceso estandarizado y aséptico cuyo objetivo es la de presentar el candidato más adecuado para el puesto.  Pero el dominio de todas estas técnicas tampoco garantiza la contratación del candidato, lo que hace es aumentar su visibilidad en el mercado de trabajo. Pero para rozar la excelencia añadiría un condimento excepcional capaz de potenciar a todos los demás.


                Recuerdo, hace cosa de un año, realizando un taller de preparación de entrevista de selección. Estábamos unas diez personas sentadas en círculo, por turnos, nos íbamos presentando, resaltando nuestros puntos fuertes a lo hora de trabajar.  Amparo, una mujer de unos 50 años, había sido responsable de un centro de belleza muy importante. Comenzó a describir su trabajo:
                De pronto su postura cambió, se irguió en la ridícula silla,  sus ojos acuosos y brillantes nos miraban pero no estaban allí, estaban mirando a sus compañeras de trabajo, a sus clientas, organizando reuniones, presentaciones de productos, sonreía. Nos estaba relatando y transmitiendo un paraíso particular, lleno de emociones y de orgullo profesional. Nos contaba cómo vivía el recuerdo de su profesión, una profesión a la que sin duda alguna amaba. Sentí un cosquilleo en la nuca, un pequeño escalofrío, fruto de la pasión que desprendía y señal de que estaba presenciando algo importante. Cuando terminó, rompí en aplausos, toda la clase me siguió.  Tres minutos de éxtasis, un viaje por su trabajo, por su vocación; del que ninguna persona presente en la sala pudo escapar, del que ningún reclutador escaparía jamás.

El control, sin pasión, no sirve de nada.

                Utilicemos la emoción para conquistar a nuestro empleador, un arma de la que nadie es inmune. Hoy en día tenemos muchos medios para comunicarla, blogs, videos, podcast, ya no dependemos de un insulso curriculum. La red nos proporciona herramientas para difundir nuestra pasión por el trabajo, además es divertido y se aprenden muchísimas cosas.

               El problema es cuando tu trabajo no te apasiona, en tal caso, cambia de trabajo aprovechando la situación o haz que te guste. 

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